11112011

Con el tiempo aprenderás que no todo es tan bonito como te cuentan, que las lágrimas estarán demasiado presentes en tu vida, y que llegará un momento en el que el dolor se postrará en la cabecera de tu cama, deseándote buenas noches y levantándote cada mañana. Descubrirás que para sonréir deberás hacer grandes esfuerzos, y no siempre serán sinceros; que es mejor una mentira a tiempo que decir verdades sin sentido, y que la vergüenza debemos guardárnosla muy hondo, porque nos arruinará la mayor parte de los mejores momentos que viviremos. Seguramente llegará un momento en el que grites a los cuatro vientos que eres como quieres ser, y que harás lo que quieras hacer, pero no es verdad. ¿Y sabes qué? Cómete tus complejos de un mordisco, porque nadie te hará mejor persona, ni te querrá más de lo que te quieres tú. Baila bajo la lluvida, y saca la lengua ante cualquier adversidad. Recuerda que en un suspiro se escapa un trocito de tu alma, y guarda los pensamientos para quien realmente los merece. No te ancles en el pasado, y piensa poco en el futuro, porque el presente es lo único que nadie te arrebatará del todo. Habrá muchos momentos en los que odies tu existencia, y ese es el instante exacto en el que tienes que sacar aquella valentía que guardaste en aquel resquicio oculto de tu alma, aquello que pensaste que jamás tendrías que utilizar. Desde el primer momento en el que el Sol aparezca por el horizonte, hasta que se oculte, descubrirás que las lágrimas saben a sal, y que los ojos se te aclaran y enrrojecen, y que si lloras mientras llueve, todo lo que sientes en ese preciso instante se mimetiza con el entorno, y entonces quizá -pero sólo quizá- nadie logre descubrir que estás rota por dentro.
Pero, ante todo, no muestres tu debilidad. Una sonrisa en el momento adecuado, duele más que cualquier herida.